LA WEB Y LOS EVENTOS DEPORTIVOS DE ALHAURÍN

(JCVM) La mañana del domingo pasado fue muy especial, no solo para quien les suscribe, sino para todos los que nos reunimos alrededor de la carrera. Quizá la megalomanía me abrace sin poder evitarlo, pero pienso en un sentimiento generalizado. En el Área de Deportes hemos vivido la creación de esta prueba como algo muy especial desde sus inicios, desde que apenas era una lejana y valiente idea pensada por estos tíos del Club Alpino Jarapalos.  A Manolo Domínguez Luzón, el presidente de la entidad, le hemos visto muchas veces por el Pabellón El Limón, en reuniones, algunas de larga duración, en la que se trataban de cuadrar pretensiones por ambas partes. No es tan fácil. Se necesitan permisos, un organigrama predeterminado, un recorrido acorde, un voluntariado dispuesto, un nutrido número de participantes y en resumen, una organización compleja y concreta. Surgieron dudas sobre las fechas, sobre el recorrido, sobre la coexistencia o no de dos pruebas, sobre su distancia, sobre la forma de realizar las inscripciones… pero sobre lo que nadie tenía dudas es sobre el hecho de que la prueba llevaría el nombre de Miguel Ángel Moreno, nuestro malogrado fondista que nos dejó hace escasas fechas y que, con toda seguridad fue el verdadero ganador de ambas carreras. Prudencio J. Ruiz, el concejal de deportes, apostó fuerte por aquella futura jornada. Todavía recuerdo sus palabras: «Si vamos a hacer feliz a la familia de Miguel Ángel, tiramos hacia adelante con la media maratón y una popular».

El resultado de todo aquello fue un sol radiante que quiso acompañarnos a todos, a los más de 600 que llevábamos dorsal y a toda la ciudadanía, porque olvidaba decir, que se volvió a apostar con hacer la salida, la llegada y hasta un recorrido integrado, por las calles de Alhaurín, para involucrar directamente a todos con esta idea nuestra del deporte.

Disfruté como un niño charlando en una salida cargada de risas, de alegría y hasta de una cierta responsabilidad por aquello de no hacerlo excesivamente mal delante de todo un pueblo, familia incluida. Recordaba tiempos de cuando esas carreras sólo podía uno hacerlas en la lejana Málaga o en pueblos vecinos que uno miraba con cierta envidia. Ahora te lanzas a la carrera cuando tu alcalde, Joaquín, da el disparo de salida en medio de todos los que tienen una forma de pensar parecida a la tuya y le acompañan el ánimo. Personas de todas las edades, de mujeres y hombres, de jóvenes, de infantes y de alguno que otro con una edad que transmite solera. Me sentí muy bien, quizá un poco mejor por dentro que por fuera, pero esa exigencia física te ilumina el alma incluso cuando la pendiente me hacía pensar que debía haber entrenado más y que para la próxima se iban a enterar esos que me precedían con garbo. Miraba al público, que nos acompañó por todo el recorrido y los sentía con ganas de unirse también a nosotros. En ese sentido me quedo con dos momentos: cuando una señora de edad avanzada, ya casi en la iglesia, en la mismísima puerta de su casa, apoyada en un bastón, nos miraba a todos enbelesada y risueña. Y con el ambientazo que había en la plaza del pueblo. Me sentí muy orgulloso del club Jarapalos, del Área de Deportes de mi Ayuntamiento, de las personas que hicieron posible todo aquello y de mi pueblo.

Ya duchado y esperando con mi cámara la entrega de premios, pude charlar con Marcos y con su hermana Alicia, los hijos de Miguel Ángel. Se les veía sanos, deportistas y metidos en un lio complejo «por culpa» de su padre. La entrega de premios nos emocionó a todos por lo que significaba. A Joaquín, nuestro alcalde, le tocó hacerse el fuerte cuando hizo de portador de un agradecimiento generalizado de todo el pueblo alhaurino en forma de una placa a Alicia, la mujer de Miguel Ángel. El deporte tiene estas cosas, el unir momentos inolvidables que nos recuerdan a personas que lo dieron todo por aquello que más amaban.

Gracias, Miguel Ángel. Gracias, Alhaurín de la Torre.

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