LA WEB Y LOS EVENTOS DEPORTIVOS DE ALHAURÍN

(JCVM) Supongo que la deformación profesional me introduce en campos que quizá me sobrepasen, por cuanto un campeonato de breakdance se escapa, a simple vista, del ámbito deportivo. Pero como el ser humano de por sí acostumbra a justificarse de las maneras más imaginativas posibles en sus acciones, una serie de factores me han hecho sucumbir ante la tentación de escribir, aunque sea de soslayo, sobre mis experiencias de la otra noche.

En primer lugar, fue el polideportivo El Limón el que acogió la velada el pasado sábado. Desde aproximadamente las 5 de la tarde hasta casi enlazar con la jornada del domingo. Si hablamos de El Limón, las cosas como son, entenderán ustedes que relación con el deporte, haberla, hayla.

En segundo lugar, allí había una competición pura y dura. Los grupos se enfrentaban, literalmente hablando entre ellos. Los 3 contra 3 entre los equipos, no se gestionaban esta vez con un balón y una canasta, sino con gestos teatrales, que simulaban un enfrentamiento personal que en realidad no había, más allá del espectáculo y las ganas de ganar. Los movimientos de cada uno de ellos ponían los pelos de punta a los que con envidia nos acercábamos, por su fuerza, su intensidad y el rigor que conseguían.

En tercer lugar, había 3 jueces que dilucidaban prácticamente sobre la marcha, quiénes eran los que pasaban a la siguiente ronda y quiénes no. Ese sistema de eliminación, también es deporte. Por cierto, que dos de ellos eran coreanos de nacimiento, de facciones y de nombre artístico (Bboy Issue y Bboy Cho, para hablar con propiedad).

En cuarto lugar, el enorme número de atletas que ocupaba la superficie central de la instalación. En ocasiones disfruté más de los calentamientos que hacían, evidentemente siempre al ritmo del amistoso sonido, que de la propia competición. En cualquier caso los movimientos ante la música eran propios de gente adicta al deporte y alejados de la  mera contemplación con el mando a distancia como intermediario.

Y en quinto lugar, esos cuerpos fibrosos que podían contemplarse por doquier, no debían ser producto simplemente de un buen nacimiento, sino del cuidado y la insistencia en el ejercicio físico y psicológico. 

El espectáculo tenía además intrínseco, peinados estratosféricos, indumentarias cuanto menos diferentes, equilibristas, malabaristas y un ambiente juvenil y rejuvenecedor que contagiaba a los asistentes.

Por si fuera poco, Pruden, el concejal que aquel día más que nunca lo era de deportes y juventud, tuvo la feliz idea de acercar a los asistentes al propio «terreno de juego», permitiendo el contacto directo con los genios de esta cultura que significa el break.

www.alhaurinesdeporte.com

Scroll al inicio