(JCVM) Nada más llegar al polideportivo de El Limón, sede de tantos y tantos acontecimientos deportivos, descubrí ante mi sorpresa, a pesar de que el torneo en sí, aún no había cumplido la primera hora de juego, la enorme cantidad de personas que pisaban la superficie de juego. Si alguno cree que veo gigantes en lugar de molinos, déjenme primero aburrirles con una serie de números, porque no siendo yo precisamente amigo de las matemáticas, entiendo su necesidad especialmente cuando me interesa.
La pista central estaba dividida en 12 canchas de bádminton perfectamente determinadas y acondicionadas (sin contar las tres del pabellón anexo que se habían destinado a los necesarios y convenientes calentamientos especialmente si de jugadores veteranos hablamos). Puesto que se estaban jugando los dobles mixtos, no hay que ser muy lince para sumar un total de, si no me equivoco, 48 jugadores en acción. Si a eso le sumamos los anotadores, uno por cancha, que son los encargados simplemente de ir transcribiendo al marcador los puntos que realizaban los de la raqueta, al menos diez personas de la propia organización del torneo, esto es, los del Club Bádminton Alhaurín de la Torre, que no paraban de dar vueltas por la zona básicamente para evitar atrasos innecesarios ante la inmensidad de partidos que habría de jugarse en los dos días que duraba el torneo, y le sumamos algún que otro invitado de excepción como el propio alcalde, Joaquín, y su acompañante para la ocasión, el concejal de deportes, Pruden, que desde muy temprano quisieron respirar el ambiente que allí se vivía, más los muchos voluntarios alumnos del Institituto Gerald Brenan, y algún que otro despistado que buscaba el acceso a las gradas, todos ellos, contribuían a que la cifra se aproximara muy mucho a las cien personas, cuanto menos. Eso, sin contar al público que en las gradas, esperaba pacientemente su turno para jugar o bien para presenciar el partido de su amigo, amiga, marido, mujer o amantes respectivos que si bien a esa hora tan temprana del sábado por la mañana no las llenaba, sí estaba en el buen camino como más tarde se demostraría.
Es que ya son trece ediciones. Como me contaron Blas, el tesorero del club (palabras mayores) o el propio Mateo, presidente y multiganador de todo aquel torneo al que ose presentarse, con 151 jugadores batieron el récord de participación. Incluso llegaron incluso a remontarse al nostálgico pasado cuando nos hablaron que en las primeras ediciones, allá por los inicios del siglo XXI, participaban unas treinta raquetas, lo que en su día consideraban algo grande y que solo una década después ha logrado quintuplicarse de forma velada, como quien no quiere la cosa. Si alguien curioso por naturaleza como el que suscribe le pregunta por el motivo de este subidón a pesar de la que está cayendo, la achacan básicamente a dos motivos: por lo bien que se organizan, algo que me dicen entre sonrisas de complicidad y por las magníficas instalaciones que presenta Alhaurín de la Torre y que no las suele haber en los distintos torneos que se realizan a lo largo del circuito, con esa capacidad espacial de ir comiendo partidos al tiempo con una visibilidad además excelente que permite divisar ese volante que los jugadores hacen mover tan rápido y que es esencial en este deporte. Si lo dicen los expertos, yo asiento y asevero.
Como siempre, encantado del recibimiento, encantado de que los nuestros además consiguieran subirse a lo más alto del pódium, encantado de que los invitados procedentes de más de veinte clubes de prácticamente toda Andalucía, y algún que otro de más allá, pasaran un bonito fin de semana en nuestro municipio, pero sobre todo, encantado por la experiencia vivida, otra más, siempre alrededor del deporte de Alhaurín de la Torre.
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